La industria tecnológica está al borde de una transformación profunda. Según un análisis publicado recientemente en TechCrunch, Jon Callaghan, cofundador de la firma de capital riesgo True Ventures, afirma que en cinco años podríamos dejar de usar smartphones como los iPhone, y en diez años es incluso más probable que estos dispositivos desaparezcan tal como los conocemos.
Esta predicción no surge del vacío: se basa en la experiencia de una firma que ha respaldado exitosamente productos como Fitbit, Peloton y Ring, todos ellos cambios en cómo interactuamos con la tecnología, más allá de un simple gadget de bolsillo.
Callaghan argumenta que los teléfonos actuales son interfaces ineficientes entre las personas y la inteligencia digital, siendo propensos a errores y a interrumpir la vida diaria con notificaciones y tareas poco fluidas.
Esta crítica destaca una tendencia de mercado: el crecimiento casi plano de la industria smartphone frente a la expansión de dispositivos wearables, asistentes de voz y otros equipos inteligentes que buscan integrar la tecnología de forma más natural en la vida cotidiana.
Como muestra de esta apuesta por nuevos formatos, True Ventures ha venido explorando interfaces alternativas de todo tipo, tanto en software como en hardware, con un enfoque claro en cómo estos productos pueden habilitar nuevos comportamientos humanos más que ser simples dispositivos.
Un ejemplo reciente es Sandbar, un anillo tecnológico diseñado para capturar y organizar pensamientos mediante comandos de voz y una aplicación conectada, lo que representa una visión distinta a los wearables tradicionales.
El razonamiento detrás de esta predicción se apoya en la idea de que las tecnologías que facilitan comportamientos humanos esenciales (como registrar ideas o interactuar con inteligencia artificial sin las barreras de un smartphone) podrían desplazar gradualmente la necesidad de un teléfono inteligente tradicional. Esta perspectiva está alineada con la evolución del mercado de wearables y asistentes de voz, cuyo crecimiento ha superado al de los smartphones en los últimos años.
Para los consumidores y entusiastas de la tecnología, esta visión plantea una interrogante relevante: ¿estamos realmente preparados para un futuro sin smartphones tal como los conocemos? Si las predicciones de los principales inversionistas en tecnología se cumplen, la próxima década podría ver surgir interfaces más integradas con nuestra vida cotidiana, basadas en voz, gestos, dispositivos portátiles y sistemas contextuales de inteligencia artificial.
