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En una reciente aparición en el evento GITEX Global 2025 en Dubái, el CEO de OpenAI, Sam Altman, lanzó una afirmación que ha generado amplio debate: dijo que un niño nacido en 2025 “es poco probable que alguna vez sea tan inteligente como la inteligencia artificial”.
Aunque la intención de Altman no es alarmista, el mensaje es claro: la inteligencia artificial (IA) avanza tan rápido que en su opinión, la “superinteligencia” humana podría quedar atrás. El CEO de una de las empresas más importantes en el rubro, explicó que él mismo tiene un hijo nacido en 2025, y admitió que no cree que su hijo será más inteligente que la IA, “pero eso no impedirá que sea feliz o realizado”.
Para ponerlo en contexto, Altman ha señalado en otras ocasiones que el desarrollo de la IA va más allá de los algoritmos: “La ley de Moore ya no describe esta velocidad; el costo por uso de IA ha caído de forma mucho más acelerada”, comentó en febrero de 2025.
Además, en su blog titulado The Intelligence Age, argumentó que “la sociedad misma es una forma de inteligencia avanzada” y que lo que estamos construyendo es infraestructura para una inteligencia que excede la individual humana. Así, el enfoque no se limita a si un niño será “más listo” que un modelo de IA, sino a cómo se redefine la condición humana cuando convivimos con máquinas que pueden aprender, razonar y actuar de forma autónoma.
No obstante, Altman también advierte que este nuevo escenario trae sus desafíos. Ha señalado que los “desajustes sociales” (es decir, los efectos imprevistos de una IA que se desarrolla más rápido de lo que las instituciones pueden regular) podrían generar riesgos significativos.
Por ejemplo, el hecho de que la IA pueda realizar trabajos intelectuales de alto valor, o incluso diseñar otras IAs, plantea preguntas como: ¿qué papel tendrán los humanos en ese mundo? ¿Cómo aseguramos que exista propósito y realización humana? Altman afirma que el propósito humano seguirá siendo válido, pero “el mundo al que entramos será diferente”.